El arco que resplandecía con el rayo estaba sumergido en la oscuridad, pero no había perdido su espíritu.
Cuando la calamidad llegó desde el otro lado del mar, era el arma favorita de un gran espadachín.
En su juventud recorrió las montañas y apostó con los tengu que encontraba en su camino.
Hizo su apuesta enfrentando su cuerpo joven y atlético contra el arco inscrito entregado por la Shogun.
En cuanto a la apuesta en sí, probablemente solo podría recordarla con varios tragos de más.
Cuando la noche empezó a aclararse, tenía tres victorias y tres derrotas. Un empate con los tengu.
Así que se lo llevaron como sirviente. Afortunadamente, ganó el valioso arco.
“Konbu Maru, así es el tiro con arco de los tengu. ¡Mira y aprende!”.
Le dieron un apodo ridículo, pero al menos pudo observar su postura.
La flecha Electro se separó del arco y atravesó las nubes en un vuelo sin obstáculos…
Era una auténtica danza de la muerte. Fiera, impredecible, elegante y hermosa.
Muchos años después, ya había sobrepasado la edad para ser un chico de servicio y aprendido las técnicas del arco y la espada.
Su dueño, que era muy impaciente, le envió al shogunato con una carta de recomendación.
En los años que pasó allí, su habilidad con las artes marciales mejoró y conoció a muchos amigos y enemigos.
Su pasión por viajar seguía viva y se había vuelto aún más fuerte con el arco inscrito de los tengu.
“¿Qué tal si hacemos una apuesta? Tengo este arco…”
“Apuesto por el mejor arco del mundo que volveré con vida”.
“Lo dejaré aquí por ahora. Si yo, Takamine, pierdo, puedes quedártelo”.
“Al fin y al cabo, Asase, has obtenido la esencia de mi técnica de tiro, así qie podrás aprovecharlo”.
“Pero si gano…”
Cuando la calamidad llegó desde el otro lado del mar, el samurái y la valiente miko tenían una apuesta.
Él apostó su supervivencia al abismo contra el arco inscrito entregado por la Shogun.
Cuando el oscuro veneno se filtró en la tierra y la paz regresó, el espadachín no volvió.
El resultado de la apuesta fue que la miko se quedó con el arco de la Shogun.
Más adelante, en el bosque sagrado donde la Sacerdotisa Kitsune ya no aparecía, en el lugar que habían acordado…
El hombre solitario que ha regresado del abismo se encuentra con la miko que ya no es joven.
Los ojos hundidos, manchados de sangre y lágrimas, recuperaron su brillo, pero los atravesó una flecha serrada que relucía levemente.