La naginata de Umigozen, la poderosa guerrera de Watatsumi. Su filo fluye con la fosforescencia de las profundidades.
La forma en la que esta persona atemorizó a las fuerzas navales de Narukami continúa transmitiéndose en las canciones isleñas.
Los cantos de ballena de las miko gemelas se dejaron llevar por la corriente hasta alcanzar los sueños de los habitantes de Watatsumi.
Los guerreros de Watatsumi depositaron sus esperanzas y su voluntad por luchar sobre los hombros de ellas dos.
Blandieron sus espadas nagamaki cual ola blanca y flotante alzando un grito firme mientras avanzaban sobre las otras islas.
Sin embargo, la bienaventuranza de Omikami y sus guerreros se desvaneció ante el esplendor del rayo…
Mouun acabó consumida por la lobreguez de unas alas azabache, y la ballena que cantaba junto a las gemelas desapareció en las profundidades del mar.
El rey vasallo, con la determinación de un niño, se desvaneció en una grieta de su propia tierra.
Umigozen se perdió entre las olas, convirtiéndose en un célebre mito de la isla.
Hay quien dice que, para recuperar los cuerpos de sus camaradas, se infiltró sola entre los guerreros tengu y acabó encontrando la muerte tras un intenso combate.
Otros cuentan que permaneció escondida desde aquel entonces, navegando en su buque insignia hacia el Mar Oscuro en las fronteras del mundo…
Esta aún afilada naginata es la única prueba de que una vez intentó cambiar las mareas del mundo.
Mientras las olas sigan agitando el mar, los recuerdos de esa canción seguirán transmitiéndose generación tras generación.
Según las leyendas de la actualidad, los ecos de esa canción pueden escucharse en las caracolas y en el estómago de la ballena gigante en lo más profundo del océano.