« Una espada larga oscura que ansia el conflicto y el combate. Se dice que sume a su portador en el violento deseo de mancharse de sangre en una masacre. »
Una espada que está sedienta de sangre siempre despertará ante el olor de la misma.
Aquellos que la posean, la alimenten y la blandan siempre tendrán fuerzas para seguir matando.
Hasta que, finalmente, un alma pura también sea corrompida por esa sed de sangre.
Había una vez, un caballero puro y noble que siempre perseguía el camino de la justicia.
Vestía una resplandeciente armadura de plata, y solía llevar una espada larga brillante como un espejo.
Allá donde hubiera una injusticia, monstruos que comían humanos o un fuego que se podía divisar en la distancia,
el caballero se apresuraba para llegar. Primero, cortaba a su enemigo. Luego, le hacía un tajo y, por último, lo atravesaba con su espada.
Siguiendo las enseñanzas del Cachorro de Lobo, que le enseñó a ser un caballero, la justicia y el manejo de la espada,
él cortaba, tajaba y atravesaba, empezando por la cabeza de su enemigo…
Hasta que, finalmente, la justicia cumplía con su papel y los monstruos dejaban de moverse.
«En un determinado momento, me volví adicto a cortar, tajar y atravesar».
«Cuando el filo de mi espada se encontraba con la sangre de mi enemigo, sentía un cosquilleo por la espalda».
««Ah… Así que eso es lo que se siente cuando se hace justicia», pensé».
«Mientras siga cortando, tajando y atravesando el mal de este mundo tan perverso,
algún día este será purificado por completo».
«Oh, necio caballero, matar en nombre de la justicia sigue siendo matar».
«Te equivocas. Matar en nombre de la justicia se llama hacer justicia».
Cortar, tajar y atravesar. ¡Así es como se hace justicia!
Aunque las flores que te ofrecen las doncellas se manchen de sangre, aunque tu espada pierda su brillo,
aunque tu semblante justo y heroico se vuelva terrorífico y, en consecuencia, debas llevar una máscara de hierro para ocultarlo, y aunque aquellos que reciben tu protección no te comprendan,
¡nunca debes parar!
El caballero manchado de sangre siguió persiguiendo monstruos a lo largo de su peregrinaje para hacer justicia.
Hasta que, un día, arribó a un reino antiguo y en ruinas, donde encontró la mayor de las injusticias…