En el pasado, había una canción que se cantaba para brindar y marchar, la cual decía así:
Si alguien te arranca la lengua, con los ojos aún puedes cantar
Si alguien te deja ciego, con los oídos aún puedes observar
Si alguien conspira para destruir el futuro, invítale con una copa a brindar
Pues aunque no llegue el mañana, esta canción para siempre perdurará.
Dicen que el carácter de una región es como el de su arconte, y que esto es válido tanto para la gente como para la propia tierra.
Pero ¿fue el indisciplinado arconte quien otorgó a la tierra y a la gente su amor por la libertad y el vino en medio del gran conflicto?
¿O fueron las personas las que alimentaron el amor del Arconte Anemo por la libertad con sus anhelos en medio del viento y la escarcha?
Esta es una pregunta que ya nadie puede responder.
Sin embargo, esa canción suele cantarse en momentos de oscuridad.
Ya fuese en la época en que Decarabian, el Rey de la Tempestad, gobernaba desde su torre, o cuando los corruptos aristócratas derribaron la estatua del Arconte, en sótanos confinados, en callejones oscuros y en tabernas viejas y en mal estado, la canción se filtraba a través de las tempestades y la férrea tiranía, convirtiéndose en el himno de resistencia de los héroes.
En un pasado muy lejano, en una ciudad silenciosa rodeada por todos lados, gritos de ánimo estallaron con el sonido de una lira y, finalmente, rompieron las cadenas de las furiosas tempestades.
Un grupo, formado por un joven, un espíritu, una arquera, un caballero y un guerrero errante de pelo rojizo, llegó a la ciudad y se detuvo ante una torre que se alzaba como una lanza que atravesaba el cielo, y que proyectaba una sombra como la de un titán.
Los miembros del grupo juraron ser libres, y prometieron acabar con el reinado del solitario tirano de la torre.
Las personas débiles o con enfermedades que no podían escalar la torre cantaron la canción que, hasta ese momento, solo se susurraba en los rincones donde no llegaba el viento.
Esa canción para brindar y marchar surgió con la fuerza suficiente para sacudir las murallas de la ciudad y alentar a los héroes que las trepaban…
Si alguien te arranca la lengua, con los ojos aún puedes cantar
Si alguien te deja ciego, con los oídos aún puedes observar
Pero si alguien se atreve a robar tu canción, esa libertad que tanto anhelas…
Entonces, ¡ya nada quedará por salvar!