«Una gran espada que fue usada por el Lobo de los Caballeros de Favonius. Originariamente, era solo una pesada lámina de hierro que le regaló el herrero de la ciudad. Sin embargo, se convirtió en una gran espada al serle otorgado poderes legendarios por su amistad con los lobos.«
El aclamado Caballero de Boreas terminó su peregrinaje en la ciudad del Arconte de los Vientos.
Allí, las almas errantes se atraían mutuamente y la libertad sin restricciones solo traía desasosiego.
Al atravesar las puertas de la ciudad, su compañero de viaje se despidió en silencio desde una colina lejana.
Era un Lobo indomable que detestaba los muros y el fuego, y ansiaba la libertad de la naturaleza.
Ese eterno sentimiento de libertad quedará resguardado en el corazón del Caballero mientras permanezca encadenado a esta ciudad.
El Lobo, libre como el viento, recorría los bosques, pero su corazón permanecía con el Caballero.
El Caballero salió de nuevo de cacería, y el Lobo lo siguió a la batalla.
En perfecta sincronía, ambos parecían uno.
Aun así, la muerte llega para las bestias antes que para los hombres.
Tomando su espada como una lápida, el Caballero enterró al Lobo en el campo.
Abandonó la ciudad y vivió la vida errante de un lobo solitario.
Sin embargo, el espíritu eterno del lobo permaneció aquí para siempre,
vigilando la tierra que el Caballero una vez protegió.