Como el hombre más rico de Mondstadt, Diluc siempre muestra su lado más exquisito. Sin embargo, su verdadera naturaleza es la de un guerrero con una gran determinación. Protege a Mondstadt con todas sus fuerzas en todo momento.
Diluc tiene la piel como porcelana con una complexión delgada y atlética, ojos rojos carmesí y cabello de color escarlata que siempre usa como una cola de caballo desordenada que se extiende hasta la mitad de la espalda. Viste un abrigo negro que está adornado con adornos y borlas dorados, que terminan con ribetes de piel de ébano, y usa pantalones negros que están adornados con cadenas en su muslo derecho, mientras que su Visión se establece en su muslo izquierdo. Diluc también usa guantes, que son negros en la parte superior, mientras que la parte inferior está teñida de rojo.
Kaeya llama a Diluc «antihéroe con problemas de actitud». Diluc fue una vez un joven confiado y apasionado, dedicado a su trabajo con los Caballeros de Favonius. Pero después de la prematura muerte de su padre, Diluc se volvió distante y amargado. No le gusta perder el tiempo en charlas ociosas y se impacienta con facilidad.
Diluc tiene un resentimiento particular hacia los Caballeros de Favonius, a quienes llama «ineficientes» y desprecia en todo momento. Este rencor proviene de la forma de lidiar con la muerte de su padre que tuvo el inspector Eroch, y Diluc no ha reducido su rencor incluso después de que Eroch haya sido despedido de los Caballeros por traidor.
A pesar de sus complicadas emociones hacia los Caballeros, Diluc cree que tanto Lisa como Jean son unas de sus mejores miembros. Todavía los respeta por todo el trabajo que hacen por la gente. Tiene palabras amargas pero es de naturaleza amable y considerada.
A Diluc no le gusta el alcohol, afirma que no le gusta su sabor y prefiere el jugo de uva. Sin embargo, esto no parece ser muy conocido por muchos, probablemente como resultado de que él es el actual propietario del mayor productor de vino de Mondstadt. Incluso se sorprende cuando se entera de que Diona también detesta el alcohol, ya que inicialmente creyó que él era el único cantinero en Mondstadt al que no le gustaba el alcohol. Y como tiende a desprenderse de sus posesiones, vendió la residencia privada de su padre.
El aire de Mondstadt siempre está impregnado con el olor del vino.
Si uno siguiera ese olor, lo llevaría al Viñedo del Amanecer de Diluc.
Bajo el nombre del viñedo, orgullosamente impreso en una placa de madera, hay un cartel que dice:
«No te olvides de tus raíces».
La mayoría cree que significa que los vinos permanecen fieles a su sabor original.
Por su parte, a los Caballeros más pragmáticos les hace recordar la larga historia de apoyo mutuo entre el viñedo y la ciudad.
De vez en cuando se celebran fiestas en él, durante las cuales siempre hay padres entusiastas que desean que el joven y soltero Maestro del viñedo sea su yerno, presentándoselo a sus ansiosas hijas.
Los comentarios de otros generalmente vienen en forma de burlas:
«Gracias a Los Siete, el Maestro Diluc está casado con el viñedo y se dedica a hacer felices a nuestros estómagos».
No importa quién o qué se presente, sus respuestas siempre son impecables.
Diluc es un extraordinario caballero que nunca deja cabos sueltos.
Diluc siempre evita hablar sobre el pasado.
«Ojalá Diluc todavía fuese miembro de los Caballeros».
Los caballeros más veteranos todavía hablan de ello con cierto grado de lamento.
Fue algo que sucedió hace mucho tiempo. El padre de Diluc era el Maestro Crepus, el antiguo dueño del Viñedo del Amanecer.
El joven Diluc estuvo a la altura de las expectativas de su padre y pasó las pruebas de caballero, convirtiéndose en miembro de los estimados Caballeros de Favonius gracias al entrenamiento y disciplina que recibió como hijo de la familia Ragnvindr. Diluc también fue ascendido al rango de Capitán de Caballería en un periodo de tiempo relativamente corto.
Poco a poco, los habitantes de Mondstadt conocieron al apasionado y joven Intendente a través de innumerables misiones y patrullas.
Fuese lo que fuese lo que le exigieran en sus misiones, siempre mantenía su compostura y pasión. Fuese el desafío que fuese, su espada siempre lo llevaba al frente. Las alabanzas que recibió de sus camaradas y ciudadanos lo alentaron.
Pero la mayor alabanza de todas fue:
«Buen trabajo. Estoy orgulloso de ti, hijo».
Las palabras de su padre alimentaron el fuego dentro de su corazón y sirvieron como su mayor motivación.
Esta fe ardía fuerte y brillante dentro de él.
Así era Diluc en aquel entonces.
«La vida de un hombre puede cambiar en cuestión de segundos», le dijo Crepus a Diluc en el fatídico día que resultó ser el final del camino de Diluc como Caballero.
Ese día, un monstruo horrible atacó la caravana que él y su padre escoltaban.
No hubo tiempo para que Diluc pidiera refuerzos. El monstruo era más fuerte que cualquier enemigo al que se había enfrentado y, en consecuencia, fue derrotado.
El resultado de esta batalla fue más allá de lo que Diluc podía prever. Crepus, desfavorecido por los dioses y a quien se negó la entrada a los Caballeros, derrotó al monstruo con un poder maligno hasta el momento desconocido que, finalmente, terminó por consumirlo. Crepus murió al poco tiempo en los brazos de su hijo.
Con un gran peso en el corazón, Diluc regresó a la sede de los Caballeros, donde el comandante le ordenó algo impensable: ocultar la verdad.
Le dijeron que, en sus declaraciones públicas, debía decir que lo ocurrido fue un desafortunado accidente para mantener la reputación de los Caballeros de Favonius.
Diluc se sintió tan indignado ante esta solicitud que no creyó que valiera la pena tratar de discutir.
Crepus dijo una vez que el mundo nunca le daría la espalda a un hombre leal.
Sin embargo, los Caballeros de Favonius pisaron su fe como si no fuera nada importante.
Entonces, no pudo evitar preguntarse; ¿cuál era el concepto de «lealtad» de su padre en sus últimos momentos de vida?
Diluc renunció a los Caballeros y dejó todo atrás, incluida su Visión.
Juró vengarse de su padre y descubrir la fuente de ese poder maligno que causó su muerte.
Tras dimitir de los Caballeros y renunciar a la Visión, Diluc encargó la administración del Viñedo del Amanecer a la criada principal de la casa y abandonó Mondstadt.
En su viaje a través de las Siete Naciones, encontró pistas sobre el secreto que prometió descubrir.
Todo apuntaba a una monstruosa y gigantesca organización: los Fatui. Los Fatui hicieron Visiones falsas en secreto y las llamaron «Engaños». Los Engaños podían amplificar el poder de su portador, pero también tenían el riesgo de ser contraproducentes.
Eso fue lo que causó la muerte de Crepus, su padre.
¿Obtuvo su padre un objeto tan sacrílego para hacer el bien?
Diluc nunca lo supo. Sin embargo, se negó a dar marcha atrás antes de conocer toda la verdad.
Como un águila recorriendo el desierto, emprendió su búsqueda de la verdad. La determinación ardía como fuego en su corazón.
Ningún misterio insondable o batalla interminable podrían desviarlo de su camino. Así, lo que no lo mató, lo hizo más fuerte.
Sin embargo, se encontró con los Once, la mayor fuerza de los Fatui, cuando llamó demasiado la atención después de arrasar numerosas de sus fortalezas.
Por suerte, se salvó del borde de la muerte gracias a un «observador» del norte que era parte de una vasta red de información clandestina. Afirmó que había estado observando a Diluc por un tiempo, y que estaba de acuerdo con sus métodos.
Después de este encuentro cercano con la muerte, Diluc reflexionó sobre sí mismo y sus acciones, que eran causa de su ira acumulada a lo largo de los años. Después de pensarlo mucho, decidió unirse a esta red de información.
Igual que cuando se unió a los Caballeros por primera vez, Diluc estaba completamente comprometido con el trabajo y ascendió progresivamente a la cima de la red de información gracias a sus talentos y habilidades.
No fueron pocos los que voluntariamente renunciaron a su reputación, estatus e incluso nombre para unirse a la red.
¿Podría restaurar la fe a la que alguna vez se aferró al trabajar con ellos? ¿Esa fe que había sido casi destruida tras la muerte de su padre?
«No olvides tus raíces». El trasfondo de este lema es muy controvertido, pero para Diluc tiene un significado simple y claro.
«El mal no puede quedar impune. Nunca te conformes con la mediocridad. Nunca olvides que el amanecer algún día llegará».
La travesía solitaria de Diluc duró tres años.
Cuatro años después, Diluc había regresado a Mondstadt y había asumido el cargo de jefe de la bodega familiar, ahora siendo un adulto joven.
En el espacio de estos cuatro años, Eroch había sido expulsado de los Caballeros de Favonius después de que se demostró que era un traidor, mientras que el Gran Maestre Varka se había ido en una expedición, dejando a la Maestre Jean con el cargo de Gran Maestre Intendente.
El regreso del amo del Viñedo del Amanecer debió ser un evento transcendental para Mondstadt, pero extrañamente pasó completamente inadvertido.
¿La razón? Los ciudadanos de Mondstadt estaban demasiado ocupados reflexionando sobre el misterioso caso de un «Protector de Mondstadt» desconocido.
Todo lo que se sabía sobre el guardián anónimo era que dejaba un olor a quemado tras de sí, y que un destello de llamas rojas revelaba su silueta por un momento en la oscuridad de la noche, antes de que desaparecer en un instante.
Los cuerpos de los monstruos que habían plagado a Mondstadt por una eternidad ahora yacían muertos en el descampado… Los ladrones más buscados de Mondstadt de repente aparecieron atados y amordazados, colgando de sus pies en la plaza de la estatua…
Todos los Caballeros de Favonius fueron enviados a enfrentarse de una vez por todas contra el Mago del Abismo que estaba detrás de innumerables crímenes en la ciudad, solo para descubrir que había sido asesinado hace tiempo…
Ayudado por conversaciones alimentadas por el vino, la noticia del guardián misterioso se extendió rápidamente, y eventualmente se le conoció como el «Héroe Oscuro».
En público, Diluc parecía despreciar a este héroe. Su rostro torcía en señal de repudio cada vez que pronunciaban su nombre.
Elzer, del Gremio de Productores de Vino de Mondstadt, era uno de los pocos elegidos que lo sabía, y una vez le llegó a preguntar Diluc: «¿Su desaprobación del Héroe Oscuro es solo una fachada, con la intención de que los caballeros perdieran su rastro y así proteger su anonimato?»
Pero Diluc simplemente frunció el ceño una vez más y respondió secamente «Es un nombre estúpido».
Diluc podría tener toda la industria del vino en la palma de su mano, pero a él mismo no le gusta el vino.
A petición de Diluc, el Viñedo del Amanecer varias bebidas sin alcohol, una decisión que fue recibida con la aprobación rotunda de los de Mondstadt quienes no podían beber alcohol, pero querían participar en la cultura de la bebida.
Una de las bebidas sin alcohol es la sidra de manzana de Mondstadt, cuyo éxito está a la par con el vino de diente de león en términos de volumen de venta mensual.
Algunos piensan que Diluc debe tener estándares tan altos cuando se trata del vino, que nunca se le ve bebiendo los vinos de calidad mediocre que están disponibles al público.
Otros piensan que beber vino seguramente debe recordarle a su padre, y es por eso que no lo toca.
Cuando se le pregunta insistentemente sobre sus hábitos de bebida, responde diciendo que el alcohol nubla sus pensamientos, y que consumirlo afectaría su trabajo diario.
Pero lo que la gente no entiende es, ¿qué tipo de trabajo diario hace el dueño de un viñedo, si requiere que nunca toque una gota de alcohol?
Crepus tenía dos arrepentimientos en la vida: el primero era nunca llegar a convertirse en caballero, y segundo era nunca haber obtenido una Visión.
Por esta razón, en el momento en que Diluc recibió su Visión, lo tomó como un reconocimiento de los dioses de la ambición compartida por él y su padre.
Finalmente pudo llenarlo de orgullo.
Sólo unos años después, su padre murió en un día oscuro y sombrío. Las esperanzas y los sueños que ardían brillantes en la Visión de Diluc se extinguieron en la lluvia torrencial que cayó esa noche.
No importa cuán recta y de buen corazón sea una persona, la muerte puede llegar sin previo aviso.
¿Es aquí donde termina esta historia de justicia? ¿Así, sin más?
Parecía que su Visión y su condición de caballero eran igualmente ineficaces para proteger las cosas que más atesoraba. Entonces decidió deshacerse de ambas.
Al reconocer su propia impotencia, su Visión se convirtió en una carga, no tan distinta de un Engaño.
Los títulos vacíos no le interesaban. Lo que buscaba era una resolución inquebrantable, como una flama que lo quema todo. Solo una resolución firme permite que aquel que busca la verdad avance, y solo las ardientes llamas pueden vencer el hielo que congela la mano de la justicia.
El día que Diluc regresó a Mondstadt, retomó su Visión.
Los acontecimientos de sus años fuera lo habían sacado de su inmadurez infantil y lo habían convertido en un héroe listo para asumir la voluntad de su padre una vez más. Cada noche, desde las sombras, luchaba por Mondstadt.
No discutía el pasado, pero tampoco lo negaba.
Para aquellos que lo han perdido todo, quizás una Visión es un faro de luz dado por los dioses para ayudarlos a encontrar el camino a seguir.
Pero para aquellos con convicción una Visión es simplemente una extensión de su fuerza, un medio para canalizar su voluntad, un homenaje a las experiencias que los han moldeado, y un testimonio de la historia de su vida hasta ahora.