«Un arco que alguna vez acompañó un instrumento extraordinario. Ya no es capaz de hacer bailar a la gente.«
Un arco exquisitamente tallado con cuerdas de diferentes materiales en cada anillo.
Al disparar, sus cuerdas tiemblan, creando una música fluida.
También es capaz de disparar flechas que persiguen el corazón de su objetivo, emitiendo una melodía que viene acompañada de la más fría de las muertes.
Cuando la Orquesta se disolvió, las cuerdas musicales del arco se cortaron con una cuchilla sin filo, creando un chirrido perforador.
Ahora son simplemente cuerdas para disparar flechas incapaces de emitir ningún sonido. Aun así, sigue siendo un arma letal.
La Orquesta del Errante podía hacer que las aves cayeran del cielo; a veces, con la melodía del arpa, y otras, con las flechas que seguían la melodía a través del aire.
El arpista era juguetón y decidido, igual que el viento que se escapa con la melodía de su arpa y las flores que crecen en el Acantilado Estrellado.
Tras el levantamiento fallido, la Orquesta del Errante se disolvió y sus miembros huyeron.
El arpista, en cambio, se quedó hasta el final, tocando hábilmente las cuerdas del instrumento y haciendo llover un torrente de flechas para proteger a sus camaradas.
Valientemente, tocó hasta agotar su repertorio y sus flechas.
El arpista, natural de la magnífica y encantadora tierra de Fontaine, viajaba por el mundo en busca de su verdadero destino.
Se dice que todas las damas de la corte de Fontaine lloraron de dolor al enterarse la trágica noticia de que se había ido sin decir adiós.
Según cuenta la leyenda, el arpista se enamoró de una humilde mujer de Mondstadt que, más tarde, fue elegida para el miserable destino de ser la princesa del Ludi Harpastum.
Se dice que el músico no se arrepintió de morir en el anonimato en un país extranjero.
Lo único que lamentó fue descubrir su verdadero amor, y no tener la oportunidad de cantar otra canción.