Shenhe proviene de una rama familiar de un clan de exorcistas. Debido a ciertas razones, la Preservadora de Nubes la tomó como discípula.
Para Shenhe, la Preservadora de Nubes es una maestra conocedora y conversadora.
Una discípula de los Adeptus con una mirada perdida. Al haber vivido recluida en las montañas de Liyue, su carácter es tan frío y distante como el de los Adeptus.
Shenhe es una mujer relativamente alta y de tez clara. Tiene el pelo largo y degradado de color blanco plateado que luego se vuelve negro en las puntas. Su cabello está separado del centro con mechones de corte uniforme que fluyen justo más allá de la altura de la barbilla enmarcando su rostro, un lado cubriendo su ojo derecho, el resto con una trenza baja, suelta y gruesa sujeta en la parte superior con un cordón rojo atado un arco con su Visión Cryo montado en él.
Su atuendo consiste en un body negro sin espalda que se desvanece en turquesa en las piernas. Se extiende a sus manos, cubriendo sus dedos medios con un botón de oro en cada uno de los nudillos. En la parte posterior de su traje hay un artículo que se parece a los faldones de la chaqueta, que consiste en una tela blanca estampada en gris. Lleva un qipao corto sin mangas blanco y gris en la parte superior.
Sus accesorios consisten en un tocado curvo blanco y negro detallado y un nudo de hoja de trébol rojo con una borla como pendiente en su oreja derecha.
Originalmente parte de un clan exorcista, Shenhe originalmente tuvo una vida feliz cuando era niña hasta que su padre intentó sacrificarla a un dios malévolo para traer de vuelta a su esposa. Mientras Shenhe logró derrotar a los restos del dios ella misma, el incidente la marcó de por vida, creyendo que era una niña «maldita» y comenzó a desarrollar una tendencia homicida. A pesar de los intentos de los Adeptus de contenerla, solo lo han hecho uniendo su alma con cuerdas rojas, lo que también ha hecho que ella se vuelva mayormente indiferente.
Debido a esta tendencia homicida, Shenhe a menudo contempla los medios más violentos para eliminar a los demás y casi siempre se enoja fácilmente, borrando su entorno cada vez que sus emociones se apoderan de ella. Ella lanza miradas hostiles a Xingchiu, creyendo que está amenazando a otros. A pesar de estas tendencias, Shenhe finalmente desea encajar en la sociedad humana y deposita una inmensa confianza en el Viajero.
Como resultado de vivir con los Adeptus, muchos de sus compañeros la adoran como uno de ellos, algo que la preocupa profundamente a pesar de afirmar que solo es una discípula de una Adeptus. Le gusta probar pequeñas cantidades de alimentos de una manera similar a Albedo, mientras que no le gusta comer hierbas medicinales debido a tener que hacerlo constantemente mientras vive con los Adeptus.
« Ya sea una inmortal o una hechicera de cabello blanco, ¿con qué ojos mira la gente a esta enigmática joven? Sus secretos y sus sentimientos son tan difíciles de adivinar como las nubes a la deriva de las montañas. »
A veces, las pocas personas que van a visitar a los Adeptus hacen correr
ciertos rumores sobre ellos.
La mayoría tienen que ver con alguien que, al verse en una situación de
vida o muerte, es salvado por una misteriosa e inmaculada Adeptus de
cabello blanco.
Después, esto da lugar a incontables historias estereotipadas y
excesivamente embellecidas, la mayoría muy similares a esos fantásticos
cuentos populares sobre matrimonios predestinados que la gente cuenta hasta
la saciedad.
Sin embargo, si le preguntas a esa “Adeptus de cabello blanco”, te contará
una historia completamente distinta:
“De vez en cuando, de la montaña salen unos seres muy molestos y astutos.
Es necesario exorcizarlos para que no perturben la tranquilidad de mi
maestra. Y si en un descuido les hago daño… es porque no tuve más
remedio. Ellos se lo han buscado”.
De todas las personas cercanas a los Adeptus, Shenhe es la que menos suele
aparecer entre los mortales.
Debido a lo joven que es y el tiempo que ha vivido recluida en las
montañas, carece de experiencia y de conocimientos de cultura general, por
lo que le cuesta mucho la interacción social.
Para la gente común, todas las cosas pueden solucionarse de formas
distintas, pero para Shenhe, solo hay una manera fácil y directa de hacerlo.
Por ejemplo, nunca se le ocurre intentar llegar a un acuerdo cuando una
persona opina distinto a ella, sino que recurre directamente a la amenaza,
una solución sencilla y siempre útil.
También invierte mucho tiempo en reflexionar sobre los problemas más
triviales, como por ejemplo: ¿por qué hay que pagar para comer algo? ¿Qué
diferencia hay entre amenazar a un ciudadano y amenazar a un ladrón?
Además, está completamente convencida de que su maestra, Preservadora de
Nubes, es una Adeptus experta en la retórica, por lo que, desde este punto
de vista, Shenhe es bastante ingenua.
Igual que un niño, su lógica y percepción es caótica y sencilla.
Una vez, Moldeador de Montañas dijo:
“Shenhe no solo tiene un gran talento innato, sino también un carácter
único. Es ajena al mundo mortal, no se rige por la lógica convencional, no
distingue entre distintos tipos de comidas e ignora las jerarquías. A
Preservadora de Nubes debe de haberle costado ser su maestra”.
Entre la gente de Liyue, no faltan las historias sobre encuentros con los
Adeptus. La mayoría tratan sobre humanos desconocidos que son escogidos
como sus discípulos y que, de la noche a la mañana, consiguen hazañas
legendarias.
Sin embargo, la historia de cómo Shenhe se convirtió en discípula de los
Adeptus es distinta. De hecho, es una historia bastante amarga.
Cuando Shenhe tenía cinco años, su madre falleció. Su padre la amaba con
todo su ser y le fue imposible soportar el dolor.
Con el tiempo, su padre se resintió con el mundo. Del resentimiento
nacieron los conflictos internos, y de estos brotó una locura que lo llevó
a irse de casa y deambular por el mundo.
Su padre pasó casi un año deambulando sin apenas dormir, obsesionado con
encontrar una magia con la que revivir a su querida esposa.
Entonces, cuando Shenhe aún era una niña, su padre regresó loco de alegría.
Traía consigo una misteriosa magia llamada “intercambio vital”.
Con ella, se podía invocar a un Seelie al que ofrecer en sacrificio el
cuerpo de un humano vivo a cambio del alma de un difunto.
Shenhe no tenía ni idea de qué es lo que iba a pasar. Solo era una niña
común y corriente sumamente feliz por el esperado regreso de su padre.
Este le dijo que había preparado una sorpresa para ella en una cueva de
detrás de la montaña, por lo que la llevó hasta allí.
Sin embargo, lo que ocurrió en aquel lugar fue algo que Shenhe jamás
olvidará.
Su padre invocó un terrorífico y maligno Seelie oscuro que, con unos ojos
inyectados en sangre, ansiaba arrebatarle la vida a Shenhe.
Shenhe no daba crédito; no entendía de dónde había salido aquel Seelie ni
qué es lo que quería arrebatarle a ella y a su familia.
Normalmente, las personas suelen petrificarse ante situaciones de peligro,
pero la pequeña Shenhe solo podía pensar en una cosa.
Por mucho que ese monstruo quisiera devorarla, ella no quería morir, quería
seguir viviendo.
Entonces, agarró una daga de exorcismos de entre las pertenencias que le
había dejado su madre y, temblorosa pero decidida, se enfrentó al Seelie
oscuro.
Unos días después, una Adeptus llegó a la cueva siguiendo el rastro maligno
del Seelie. Allí, encontró a una niña tumbada en el suelo sin fuerzas, sin
haber comido en días y en un estado agonizante.
La Adeptus se compadeció de la mala suerte de Shenhe, y pudo darse cuenta
de que había derrotado a un ser aterrador ella sola. Con admiración por su
gran talento, se la llevó a su morada, donde cuidó de ella, la dejó
descansar, le dio un techo bajo el que vivir y se convirtió en su maestra.
Así fue como Shenhe se convirtió en la persona que es hoy en día.
Los impulsos pueden surgir en cualquier momento por muy indiferente que uno
sea e incluso tras más de diez años meditando en las montañas.
Shenhe no es ninguna excepción. En un impulso, una noche salió de las
montañas a escondidas para volver a su hogar natal.
No sabía si extrañaba a su familia y su hogar, pero aun así decidió hacer
caso a ese pensamiento.
Entonces, fue a su antigua casa para ver qué tal estaba su padre, quien
tantas cosas había hecho mal a lo largo de su vida.
Sin embargo, cuando llegó, unos vecinos le dijeron que su padre había
fallecido varios años atrás.
Habían empeñado la casa en la que había vivido de pequeña y, de repente,
todos sus recuerdos se desvanecieron como arrastrados por el viento.
A Shenhe le daba igual la preocupación de los demás hacia ella, ni tampoco
quería responder a las mil preguntas de sus antiguos vecinos.
Solo se quedó allí inmóvil mientras escuchaba un grito procedente de su
interior más profundo.
¿Era el odio? ¿El apego? ¿Una sensación de liberación?
En una fracción de segundo, sintió que lo tenía todo y, al mismo tiempo,
que se había quedado sin nada. Su interior era como un pozo en el que no
había ni una ondulación; o incluso como un pozo completamente seco, sin un
agua que pudiera emitir esas ondulaciones.
Estuvo allí parada un buen rato, hasta que al fin se marchó mientras sus
vecinos la miraban atónitos.
Shenhe caminaba muy, muy lentamente, y en ningún momento miró atrás.
#Similar a la astrología, en Liyue también existe un método de adivinación
del futuro.
Según este método, hay dos tipos de carta astral que nadie querría tener.
Una es la de los nacidos en la hora astral de la “soledad”, destinados a
alejarse de sus seres queridos y a vivir solos para siempre.
La otra es la de los nacidos en la hora astral del “exterminio”, destinados
a provocar el desastre y condenados a un futuro ominoso.
Cuando aquella Adeptus acogió a Shenhe, Escultor de la Luna le leyó el
futuro.
Su predicción fue que la carta astral de la joven se situaba tanto en la
hora de la soledad como en la del exterminio. Por ello, tenía una gran
tendencia asesina y su carta astral, una nunca vista en miles de años, le
auguraba el destino de herir a los demás.
Para que creciera sana y salva y no hiriera a personas inocentes, los
Adeptus ataron unas cuerdas rojas en el cuerpo de Shenhe para encadenar su
alma.
Además de subyugar su naturaleza maligna y violenta, las cuerdas también
inhibieron sus emociones mortales.
Desde entonces, las cosas triviales apenas suscitaban su ira y los asuntos
que tan importante eran para los mortales, para ella, no eran más que
minucias insignificantes.
Su naturaleza humana se apagaba cada vez más, lo que le hacía parecer una
estatua viva pero que ni siente ni padece.
Sin embargo, nadie esperaba que su encuentro con {F#la viajera}{M#el
viajero} le hiciera sentir, aunque muy vagamente, algo que no había sentido
en mucho tiempo, como si algo se hubiera liberado en su destino.
Tal vez sea como dijo Escultor de la Luna: “El cielo es quien te da la
vida, pero eres tú quien escribes tu destino”. Así pues, la historia de
Shenhe en este mundo aún no ha llegado a su fin.
Originalmente, el pelo de Shenhe era de color negro.
Al principio, cuando la trajeron a la Montaña Hulao, no decía nada en todo
el día. Solo pensaba en escalar la montaña para quedarse embelesada
contemplando el mar de nubes.
Si tenía sueño, dormía en el campo; si tenía sed, bebía el agua del rocío;
si tenía hambre, comía unas flores chingxin.
Preservadora de Nubes sabía muy bien lo que le pasaba a Shenhe. En lugar de
molestarla, le hizo un peine de jade blanco con piedras divinas.
Entonces, le dijo que, si alguna vez quería romper sus lazos con el mundo
de los mortales y convertirse en la aprendiz de un Adeptus, se cepillara
tres veces el pelo con ese peine como rito de paso para convertirse en su
discípula.
Shenhe hizo tal y como le explicó Preservadora de Nubes. Sorprendentemente,
con solo cepillarse una vez, en su oscura cabellera se formó una capa de
escarcha plateada.
Con la segunda vez, la mitad de su cabello se tornó blanco.
Y con la tercera, todo su pelo se cubrió de un blanco níveo.
…
En la actualidad, Shenhe sigue llevando este peine en todo momento como
testimonio de su encuentro con los Adeptus.
Fue durante su largo entrenamiento que entendió por qué debía cepillarse
tres veces.
La primera vez era para deshacerse de sus preocupaciones; la segunda, para
deshacerse del apego a las emociones; y la tercera, para envejecer sin nada
de lo que arrepentirse.
Muy poca gente sabe cómo pudo la pequeña Shenhe pelear durante días contra
un monstruo valiéndose solamente de su propia fuerza en aquella cueva de la
montaña cuando su padre la quiso ofrecer como sacrificio.
Aunque nació en una familia de exorcistas, nunca aprendió ningún hechizo de
su descorazonado y desesperado padre.
Igual que los demás niños de su edad, nunca había tenido que enfrentarse a
ningún peligro sola.
Sin embargo, en aquella lúgubre cueva, desprotegida por su padre y ante la
traición de alguien de su propia sangre, Shenhe se transformó por completo.
Tal y como vaticinó Escultor de la Luna, la maldad, firmeza y determinación
que permanecían dormidas en su interior afloraron en aquel momento.
Le dieron una fuerza que era como un escudo y una espada invisibles, un
poder que emergió de su frágil cuerpo.
Esa fuerza se instaló en ella para darle el valor de atacar a ese vil
monstruo, para aplastarlo, para demostrar que ella, y solo ella, era el ser
más despiadado que había en aquella oscuridad.
Los días pasaron y la encarnizada batalla no cesó. Cazador y presa se
intercambiaban los papeles de un momento a otro en una pelea muy igualada
que parecía no tener fin…
En el momento más crucial, los dioses fijaron su mirada en la joven
sobrehumana.
Un objeto muy brillante se posó en las manos de Shenhe, y entonces la
balanza se equilibró a su favor para que consiguiera la victoria.
Una luz helada, pura y fulgente perforó la oscuridad como lo hace el sol
del amanecer para indicar el camino a seguir.
Desde entonces, esa luz ha ayudado a Shenhe a evitar su amargo destino, y
tal vez en el futuro la ayude a regresar al mundo de los mortales.