Sangonomiya Kokomi es una hermosa damisela. A pesar de su apariencia elegante, en realidad es la líder de la resistencia Sangonomiya. Ella es una asesora militar sabia e ingeniosa. Aunque siempre luce una sonrisa muy serena, en realidad lo tiene todo arreglado y a su alcance. Ella es el cerebro de la fuerza. Es la Sacerdotisa Divina de la Isla Watatsumi, la líder suprema de la Isla Watatsumi.
El día que Kokomi se convirtió en la Sacerdotisa Divina, muchos de los
habitantes de la Isla Watatsumi se acercaron a Sangonomiya para verla desde
lejos.
Sentían sorpresa o confusión, dudaban o se mostraban temerosos… Todo
porque pensaban que Kokomi era demasiado joven.
Se empezaron a urdir conspiraciones, la incertidumbre iba de boca a oreja y
los ambiciosos empezaron a prepararse. Se acercaba una tormenta y toda la
Isla Watatsumi estaba intranquila.
No obstante, poco después de que Kokomi accediera al puesto, las cosas se
calmaron.
Tenía muy clara la diferencia entre el bien y el mal, amaba a su pueblo y
mostraba una habilidad excepcional en la estrategia militar. En muy poco
tiempo, Kokomi se ganó el apoyo de la mayoría de la gente.
“Mientras esté la señorita Sangonomiya, no habrá ningún problema”. Esta se
convirtió en una de las frases más pronunciadas por los habitantes de la
Isla Watatsumi.
Hay muchos factores que influyen en el resultado de una batalla.
La geografía, el clima, la diferencia de fuerza, el equipamiento… Cada
elemento se tiene que considerar detenidamente.
Quienes se fijan en todos los detalles suelen perderse la evolución de la
batalla; los que hablan de estrategia incesantemente normalmente solo son
útiles sobre el papel.
En el campo de batalla, los milagros solo se consiguen cuando se tienen en
cuenta tanto los detalles como la situación general.
Detrás de escena quedan las innumerables horas de una investigación
agotadora y las lecciones aprendidas con cada fracaso.
Pocas personas son capaces de perseverar hasta el final, y Kokomi no solo
lo consiguió de forma sobresaliente, sino que además acuñó su propio estilo
de estrategia.
“La clave es utilizar la visión de conjunto y la actitud para obligar al
rival a desistir de su resistencia, y así terminar la guerra con el menor
coste posible”.
Ya sea dentro o fuera del campo de batalla, Kokomi siempre intenta ir un
paso por delante del enemigo.
Anticipa todas las situaciones posibles, recopila todas las medidas
correctivas, las escribe en forma de directrices y se las entrega a los
encargados de implementarlas.
Aunque algunas terminaron siendo muy largas, esto ha garantizado el
desarrollo estable de la Isla Watatsumi.
A día de hoy, la Isla Watatsumi es un lugar cada vez más próspero y con más
gente de talento trabajando por ella, y Kokomi cada vez necesita enviar
menos directrices.
Esto es un motivo de alegría para ella.
En su tiempo libre, a Kokomi le gusta pasear sola por la Isla Watatsumi.
Siempre evita los grupos de gente. Unas veces anda por los bosques de color
violeta; otras, se sienta en la playa y observa el horizonte.
El sol y la luna se elevan sobre el mar, las estrellas centellean en el
cielo, y el sonido de las olas acaricia los oídos y calma el ánimo.
A veces toma una caracola y se la pone en la cabeza, pero al irse siempre
la deja donde la había encontrado.
Tal vez un cangrejo sin hogar pase por allí y decida convertirla en su casa.
En ocasiones, Kokomi se sumerge en el agua, deja que sus preocupaciones se
hundan hasta el fondo del mar y disfruta del ambiente tranquilo y de los
pececillos que nadan a su alrededor.
Kokomi conoce la isla como la palma de su mano y recuerda el nombre de
todos sus habitantes.
Lamentablemente, los paisajes son eternos e inmutables, pero el corazón
humano es complicado y cambiante.
Es fácil ganar en el campo de batalla, pero lograr que todos vivan felices
es casi imposible.
Pensándolo bien, esta es una de las cosas que más le preocupan.
Desde que era una niña, Kokomi ha leído muchos libros, especialmente los
relacionados con la estrategia militar.
Gracias a esto, posee un amplio conocimiento con el que resolver todo tipo
de asuntos.
Pero el resultado de pasar tanto tiempo entre las páginas de los libros de
tácticas bélicas fue que Kokomi no desarrolló mucho sus habilidades
sociales. Desde hace un tiempo, incluso hablar con personas que no conoce
se ha convertido en una pesada carga.
Tras convertirse en Sacerdotisa Divina, Kokomi tuvo que aprender a hacerse
cargo de los asuntos que no dominaba, ya fuera hablar con la gente o
resolver problemas que no le interesaban lo más mínimo.
Sin embargo, al obligarse a hacer cosas que no le gustan, Kokomi agota toda
su energía y queda completamente exhausta.
Por eso creó un indicador de “energía” para ella misma: hacer lo que le
gusta regenera su energía, y hacer lo que no le gusta la gasta.
Cuando la energía se acaba, Kokomi deja por unos instantes sus obligaciones
como Sacerdotisa Divina y vuelve a ser una chica corriente que vive en su
casa.
Se pone a estudiar detenidamente un volumen militar, se aparta del
ajetreado mundo y disfruta de un momento de tranquilidad.
Estos son los momentos de descanso que Kokomi más valora.
“El gobernante es un modelo para su pueblo”.
Kokomi oyó esta frase de la boca de su madre hace mucho tiempo.
La Sacerdotisa Divina es muy importante para la Isla Watatsumi, y miles de
ojos observan cada uno de sus movimientos.
Lo que le gusta se convierte en el objeto de deseo de la gente; lo que no
le gusta es rechazado por todos.
Kokomi no quiere influir en cada aspecto de la vida de su pueblo, por lo
que raramente manifiesta sus gustos y sus aversiones.
Adopta una actitud de ecuanimidad ante todas las cosas y se guía por los
principios de “justicia y equidad” y “recompensar el bien y castigar el
mal”.
No obstante, estos no son necesariamente sus auténticos sentimientos, así
que se hizo con un cuaderno cuya existencia solo ella conoce.
En él, anota los cambios en su nivel de energía y los vaivenes de su ánimo.
Cuando llega la noche y todos están descansando, Kokomi abre su cuaderno y
registra las alegrías y las penas de ese día.
Por supuesto, es algo que no puede mostrar a nadie.
Los líderes con una voluntad fuerte guían a su gente en una dirección clara.
Kokomi no comparte esta opinión. Ella respeta la voluntad del pueblo y
espera que cada persona persiga sus propios deseos.
Como un ancho mar en el que tienen cabida tanto incontables criaturas como
los sueños de estas.
Cuando se implementó el Decreto de captura de Visiones, la ira que habitaba
en el corazón de la gente se transformó en gritos de rebelión y, bajo el
liderazgo de Kokomi, ondearon el estandarte de la resistencia.
Cuando acabó la guerra, lo que deseaban era paz y estabilidad, por lo que
Kokomi dedicó sus energías a los asuntos administrativos y económicos.
¿Esta manera de esforzarse es un don de los Arcontes o el propio sentido de
la responsabilidad de Kokomi? ¿Tal vez ambos?
Como Sacerdotisa Divina, Kokomi obviamente también tiene una Visión. Su
empeño no ha cambiado desde aquel día en que contempló la Isla Watatsumi
desde la puerta del Santuario Sangonomiya.
“Proteger la Isla Watatsumi y lograr que todos vivan felices”.